El Ministro de Fomento, José Blanco, se ha marcado como prioridad acabar con el poder de los controladores aéreos, un colectivo que, literalmente, manda en los aeropuertos y decide, sin que nadie pueda impedírselo, cuándo se cierran o se abren las pistas, y que trae de cabeza el balance financiero de Aena por sus elevados salarios.
Blanco no se anda con chiquitas y ha puesto precio al trabajo de los vigilantes del aire, a los que quiere rebajar el sueldo hasta \’sólo\’ 200.000 euros al año, un 42% menos que en la actualidad. «Que nadie sienta lástima, pues cobrarán tres veces más que un médico o un juez, y dos veces y media más que yo mismo», sentenció.
La guerra está declarada y tiene fecha límite. El 1 de marzo los controladores han de disponer de un nuevo convenio. Si no es así, el caos en los aeropuertos será mayúsculo, pues la víspera vence el acuerdo de horas adicionales que hoy permite programar el trabajo. Las negociaciones se mantienen abiertas, y el sindicato de controladores (USCA) ha presentado una propuesta que Aena estudia «con atención», aunque fuentes de Fomento señalan que «parece más de lo mismo». Los controladores no quieren perder la capacidad de organizar su trabajo, y el Gobierno no va a pasar por ahí.
Blanco no contempla otro escenario que no pase por el acuerdo, pero no le temblará la mano. Como en una partida de póquer, el ministro guarda un as en la manga. O eso parece, pues afirma que llegado el día D hará todo lo que deba para garantizar «el interés general». «La estrategia se hace, no se revela», dijo ayer, misterioso, durante un encuentro organizado por el diario económico \’Cinco Días\’.
El problema es doble: económico y de organización. Según fuentes de Fomento y con datos de 2008, unos 700 de los 2.300 controladores que trabajan en España ganan al año entre 270.000 y 360.000 euros, otros 487 se embolsan entre 360.000 y 450.000 euros y 77 profesionales se apuntan entre 540.000 y 630.000 euros. La élite la compone una docena de controladores que, gracias al vigente y peculiar sistema de horas extra, recibieron la nada despreciable cifra de entre 810.00 y 990.000 euros. Eso supone un coste salarial anual de 730 millones de euros (en 2009) que se ha disparado un 637% en el último decenio. Un agujero que hace que cada año Aena pierda 300 millones sólo por esos salarios.
Caros y poco productivos
Los controladores españoles son los más caros y los menos productivos de Europa. Además, las tasas de navegación aérea -que pagan las aerolíneas y, por ende, los pasajeros- también son las más elevadas. «En un país en el que el turismo es tan importante, tenemos que bajar esas tasas», dijo Blanco, que pretende reducirlas en un 15%, lo que abriría la puerta, si las compañías aéreas quisieran, a billetes más baratos.
Aena quiere reconducir la situación y rebajar «de forma gradual», según su presidente, Juan Lema, el coste salarial del colectivo.
En concreto, la idea es ahorrarse 200 millones este año y otros 300 en los próximos tres ejercicios. La presión no es sólo de orden interno. Lema reconoce que Bruselas ha pedido a España que arregle la situación y no pierda con los controladores las mejoras de productividad que logra con otras de sus tasas, como las aeroportuarias, muy por debajo de la media europea.
La empresa pública quiere fijar una jornada anual para los controladores de 1.400 o 1.500 horas al año, y obligarles a hacer un número fijo de horas extra pagadas de forma razonable y no «a precio de oro», como dice Blanco.
Aena pretende reducir del 50% al 33% y del 33% al 25% los periodos de descanso del colectivo en los horarios nocturno y diurno, respectivamente. Del mismo modo, la empresa sustituirá a los controladores por un servicio de información (AFIS) en los aeropuertos más pequeños, con un ahorro estimado en salarios del 72%.
Por primera vez, y en contra de su discurso de los últimos tiempos, en los que había optado por declarar que no había culpable alguno de la situación, Blanco afirmó que «el origen de buena parte del problema es el I Convenio Colectivo del sector, firmado en 1999».
Entonces era ministro de Fomento el popular Rafael Arias-Salgado. Lo cierto es que el poder de los vigilantes del cielo no deriva sólo de ese pacto, sino de multitud de acuerdos bilaterales firmados con todos los gobiernos que han ocupado el Palacio de la Moncloa desde esa fecha. Alianzas que otorgaban notables prerrogativas (vacaciones, planes de pensiones, etc.) que ahora se quieren rebajar o, simplemente, anular. Cesiones que cuando la demanda y el tráfico crecían a buen ritmo, compensaban a todos los ejecutivos los problemas que pudiera generar un conflicto grave en las torres de control.
Blanco rebajará el sueldo de los controladores aéreos
Posted in Aéreo
0 Comentarios