Brasil está de moda. De eso no hay duda. El trepidante ritmo de crecimiento económico iniciado por este país años atrás y el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva pusieron a Brasil bajo los focos de y le convirtieron en un modelo a seguir para muchos de los países en desarrollo. Pero no hay que olvidar que Brasil no está solo en esto del crecimiento y que hay otros países a su alrededor que gozan de economías con buena salud y que están ejecutando planes para resultar atractivos a ojos de los inversores internacionales. Parte de estos planes de muchos países latinoamericanos se centran en las infraestructuras de transporte como vía de facilitación del crecimiento, lo que abre un interesante abanico de posibilidades, especialmente en aquellos mercados que ahora se presentan como más seguros a nivel financiero.
En materia de infraestructuras, Brasil, México, Chile y Colombia son los países que presentan un mayor número de oportunidades en Latinoamérica y en todos los casos ya hay empresas españolas desarrollando proyectos allí. Así lo señala un estudio elaborado por la consultora KPMG, que asegura que esta zona del planeta «se ha convertido en uno de los principales focos de inversión en infraestructuras». Ello se debe, en gran medida, a los planes puestos en marcha por parte de estos cuatro países, cuyos Gobiernos «manejan programas de inversión público-privada por un valor superior a los 460.000 millones de euros en la presente década en carreteras, ferrocarril, puertos, aeropuertos e infraestructuras hidráulicas», añaden desde la consultora.
Las nuevas leyes aprobadas por Colombia y México en 2013 relativas a la participación privada en el sector de las infraestructuras, así como las mejoras realizadas en el marco regulatorio de Brasil han allanado el camino para la entrada de compañías extranjeras en el mercado. «El monto de los contratos en juego y estos avances legislativos están despertando el interés de grupos constructores y concesionarios de todo el mundo, incluidos los españoles», asegura KPMG.
El PIL de Brasil
Uno de los planes de desarrollo de infraestructuras más conocido es, quizás, el de Brasil, que ha sido ampliamente difundido por el Gobierno de Dilma Rousseff. La ejecución del Programa de Inversión en Logística (PIL) «podría transformar radicalmente la infraestructura económica de un país que acogerá dos eventos deportivos de escala mundial: el Mundial de Fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016», precisa el informe de KPMG.
«Los planes de inversión abren un amplio potencial de oportunidades para los inversores en los más variados sectores. Brasil tiene previstas inversiones por valor de 85.000 millones de dólares, de los que 49.000 millones irán destinados a reacondicionar sus redes de ferrocarriles y carreteras», añade la consultora. Además, «el Gobierno está preparando el camino para que los inversores privados construyan nueve rutas de peaje, totalizando alrededor de 7.500 kilómetros. Uno de los proyectos más emblemáticos es el tren de alta velocidad Río-Sao Paulo, en cuya construcción están interesadas un buen número de empresas españolas».
Colombia
En cuanto a Colombia, uno de los principales socios españoles en la región, sus planes de infraestructuras suman una inversión de 83.000 millones de euros en el periodo 2012-2020, según cálculos de KPMG. «El 57% de este montante se destinará a proyectos del ámbito de transporte nacional, mientras que el resto se repartirá entre el desarrollo de infraestructuras en ciudades y regiones, así como actuaciones en minas, energía, tecnología y vivienda».
La consultora enumera las acciones desarrolladas hasta la fecha: nueve paquetes de carreteras se han sacado a licitación, sumando en total 1.232 kilómetros; en ferrocarril, hay siete proyectos para rehabilitar las rutas entre las regiones del norte y el sur; otro proyecto innovador es el de 444 millones de euros para hacer posible la navegación comercial por el río Magdalena, lo que reduciría los costes de fletes entre las regiones centrales de Colombia y los puertos del Caribe.
Hace dos años, este país introdujo un nuevo marco regulatorio para promover los proyectos público-privados y atraer nuevos inversores, tanto locales como internacionales. «El país ha triplicado el índice de inversión privada en los últimos diez años. Tiene una extensa cartera de proyectos en varios sectores con potencial de generar retornos interesantes para los inversores», añaden.
Colaboración público-privada
También México quiere potenciar la colaboración entre el sector público y el privado para desarrollar sus infraestructuras, como lo demuestra la ley promulgada por el presidente Peña Nieto en 2013. «Hasta 2018 se prevén concursos de infraestructuras por valor de 300.000 millones de euros. El 35% de la inversión será para proyectos en transporte y el 65% para actuaciones en el ámbito de la energía. En total, más de 1.100 actuaciones para los próximos años. En este mercado hay oportunidades en gasoductos, carreteras, tren de alta velocidad México DF-Querétaro, tren Transpeninsular Mérida-Punta Venado y en iniciativas privadas en plataformas logísticas», explica la consultora.
Por último, el Gobierno de Chile cerró 2013 «con proyectos licitados por valor de 2.200 millones de euros, incluyendo el nuevo proyecto de la autopista urbana Vespucio Oriente, la nueva licitación del Aeropuerto Internacional de Santiago, varios hospitales, un nuevo puente que cruzará el río Biobio y la represa de Punilla».
Según Maurizio Endo, socio responsable de Infraestructuras de KPMG en Latinoamérica, los países de América Latina deben priorizar e implementar un entorno sostenible para los planes de inversión a largo plazo, además de dotarse de estructuras más profesionales para gestionar los programas ya que los inversores internacionales están buscando proyectos claros, transparentes y bien gestionados en los que invertir. «Esto significa que los programas están con frecuencia mal planeados, pobremente estructurados o presentados con riesgos sin mitigar y, como resultado, provocan más la disuasión que la persuasión de los inversores tanto nacionales como internacionales».
El responsable de KPMG añade que los gobiernos de Latinoamérica también deben prestar atención a los mercados financieros, teniendo en cuenta que hasta ahora «la mayoría de la actividad inversora ha sido financiada a través de bancos de desarrollo nacional o de apoyo multilateral, debido al escaso desarrollo de otros vehículos, como los mercados de bonos».
Fuente: Diario del Puerto