La hegemonía de la zona de Valencia en la producción y exportación de naranjas llegó de la mano del ferrocarril a finales del siglo XIX
Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor. A la letra del pasodoble ‘Valencia’, compuesto por José Padilla en 1925, se podría unir también que es la tierra de la paella y de las naranjas, dos elementos por los que también es conocida mundialmente. El origen de la naranja se remonta unos miles de años en Asia, concretamente en el sur de China. Su expansión se realizó por el Sudeste Asiático y su propagación por todo Oriente tuvo como aliada a la Ruta de la Seda. En España, los primeros cultivos no se documentan en la zona de Valencia, sino en el sur, en la zona de Sevilla. Sin embargo, durante el último siglo y medio, la huerta valenciana ha sido la predominante en nuestro país. “Con la iglesia hemos topado”, como diría el Quijote, ya que la primera explotación de naranjas en la comarca de La Ribera, concretamente en Carcaixent, vino de la mano del cura, el padre Monzó, el boticario, apellidado Bodí, y el escribano Maseres.
La gran expansión del naranjo tuvo lugar a partir de mediados del siglo XIX. Desde los focos iniciales, el cultivo fue extendiéndose siguiendo los tramos ferroviarios Xàtiva-Valencia-Castellón y Carcaixent-Gandía, según señala el catedrático de Geografía de la Universidad de Valencia, Juan Piqueras Haba en su publicación ‘La Naranja en España. 1850-1996: Exportación y especialización regional’. Dejando al margen la existencia desde finales del siglo XVIII del Camino Real de Madrid a Barcelona, “que atravesaba de norte a sur toda la planicie litoral valenciana, donde habría de prosperar medio siglo más tarde el naranjo, las obras más importantes en materia de puertos y ferrocarriles de esta misma zona no se acometieron hasta pasado 1850”, explica Piqueras. La fecha clave, según el catedrático, “podría ser sin duda la de 1852, año en que se empezó a construir la dársena interior del puerto de Valencia y la línea férrea desde dicho puerto a la ciudad de Xátiva, 60 kilómetros al sur, a donde llegó en 1854, solo dos años más tarde, pasando antes por Alzira y Carcaixent, que concentraban por aquellas fechas la casi totalidad de la todavía modesta producción naranjera”.
El inicio de la primera gran expansión de la exportación de naranjas no tuvo lugar hasta la campaña de 1870-71
El inicio de la primera gran expansión de la exportación de naranjas no tuvo lugar hasta la campaña de 1870-71 y fue a partir de esa fecha cuando Valencia empezó a ganar la partida al resto de España. En opinión de Juan Piqueras, “la existencia de un ferrocarril que podía llevar las naranjas desde casi los mismos huertos de La Ribera hasta el muelle de Valencia donde podían atracar barcos de gran tonelaje debió ser un factor muy importante para que tomase ventaja sobre otras zonas citrícolas como Sevilla”. El ingeniero agrónomo Manuel Sanz destacaba a finales del siglo XIX el papel del ferrocarril, ya que, durante el trienio 1877-1879, habían llegado al puerto de Valencia para su exportación una media anual de 39.000 toneladas por ferrocarril, frente a solo 3.600 por carretera.
El tren fue el gran impulsor de la exportación de naranjas, ya que, a medida que el cultivo se iba extendiendo a más pueblos, se construyeron nuevas líneas férreas, la mayoría tomando como punto de referencia el puerto de Valencia. A todos estos ferrocarriles de vía estrecha había que añadir otros dos de vía ancha y mayor proyección hacia el interior peninsular, como eran el Valencia-Utiel (1887), también conocido como el “vinatero” pero que pasaba por zonas naranjeras, y el ferrocarril Valencia-Aragón, que atravesaba la huerta norte de Valencia y los regadíos del río Palancia en Sagunto. Piqueras destaca que al finalizar el siglo XIX “la red ferroviaria de la llanura central valenciana cubría prácticamente todos los municipios naranjeros y posibilitaba la expansión del naranjo a otros nuevos”.
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