Un edificio anodino a simple vista en una finca de Alcalá de Henares acoge una logística vital y singular para conservar semillas en riesgo
Existe un edificio rodeado de cultivos que pasa desapercibido en la frontera de la Comunidad de Madrid con Castilla-La Mancha. Es el Centro de Recursos Fitogenéticos (CRF), que funciona como la caja de seguridad que garantiza la vida en el planeta: este banco de semillas de Alcalá de Henares guarda una copia de todas las semillas en peligro de extinción en España. Actualmente, custodian hasta 50.000 variedades que ya no están en el campo, como si de un Arca de Noé se tratara.
El interés por recuperar el origen de la vida data de la década de 1970. “Las especies utilizadas en la agricultura se estaban perdiendo en muy poco tiempo porque las variedades locales se sustituían por variedades comerciales”, explica la jefa de Desarrollo del CRF, Lucía de la Rosa. El único remedio era su guardado fuera del hábitat natural. El centro llegó en 1993 con la misión de custodiar el inventario nacional recibiendo duplicados de muestras de todos los bancos de semillas españoles.
Tanto De la Rosa como su compañera Isaura Martín, jefa de Conservación Genética, dan cifras escalofriantes: “Todas las variedades tradicionales están en peligro y muchas se han perdido ya. Ahora mismo, han desaparecido el 75% de las especies que había cuando se iniciaron los primeros estudios en los 70”, lamenta Martín. Como ejemplo, citan el cáñamo: no se llegó a tiempo para protegerlo y solo tienen dos muestras.
PASO A PASO EN EL PROCESO DE CONSERVACIÓN Y ESTUDIO DE LAS SEMILLAS
Un mes de reposo para perder la humedad
El banco de semillas tiene tres cámaras de desecación de unos tres metros cuadrados cada una. Las tres están a 20ºC, un 15% de humedad relativa y cuentan con deshumidificador. Las semillas permanecen allí más de un mes hasta que se secan. «Es un proceso lento para no dañar a la semilla. No hay que olvidar que es un ser vivo», recuerda De la Rosa.
Envasado al vacío, seco y en la oscuridad
Las semillas que van a ser guardadas se colocan en latas de conserva de aluminio, si serán parte de la colección de seguridad; o en tarros de cristal del sector alimentario, si lo serán de la colección con la que se va a experimentar. Las envasadoras de latas harán el vacío y cerrarán herméticamente los recipientes para garantizar la opacidad, la conservación en frío y un bajo nivel de humedad.
La prueba del algodón que certifica la vida
El laboratorio de germinación custodia una cámara donde se realizan las pruebas y se determina cuántas de las semillas son defectuosas. Actualmente, en este laboratorio se trabaja a mitad de rendimiento. «Antes trabajaban dos personas en esto. Ahora, por el Covid-19, solo hay una», cuenta De la Rosa.
Logística tradicional y a mano
Una vez en el banco, se realiza una prueba de germinación con una pequeña muestra de entre 50 y 100 semillas para comprobar que están vivas. Es fundamental que este proceso, como casi todos los que vienen a continuación, se haga a mano y especie a especie para evitar mezclas de genes que puedan poner en peligro las muestras.
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