“Es increíble que en el país donde más se ha invertido en tren el modo ferroviario haya perdido cuota en el transporte de mercancías”.
¿Han sido acertadas las políticas públicas llevadas a cabo en materia de ferrocarriles? La respuesta del catedrático de Economía Germà Bel es un rotundo no. “Demasiado para el AVE y demasiado poco para mercancías y cercanías”, afirma, y eso es precisamente todo lo contrario de lo que se tendría que haber hecho si se querían infraestructuras que aumentasen la productividad de la economía. Bel ofreció una conferencia el viernes en el Cercle d’Infraestructures, que en esta ocasión tuvo lugar en la Cambra de Comerç de Lleida.
El catedrático y ex diputado socialista criticó sin miramientos la apuesta del Gobierno del PSOE de hacer llegar la alta velocidad a todas las capitales de provincia, ya que esa inversión se restará de otras a su juicio mucho más productivas. Para Bel, “es increíble que España sea el país que más ha invertido en tren en los últimos años y que el ferrocarril haya perdido cuota en transporte de mercancías”.
¿Y qué hace que la inversión en AVE sea más improductiva que en cercanías y mercancías? Lo importante de una infraestructura, explicó Bel, no es qué efectos tiene mientras se realiza (como la creación de empleo), sino cuando se pone a funcionar. En este sentido, el impacto más beneficioso “es el ahorro en costes de tiempo, tanto de movilidad de personas como de distribución de productos”. Por eso, cercanías y mercancías deberían haber sido prioritarias, según Bel, para quien es dudoso que lo vayan a ser ahora dado que hay aún muchos poderes locales reclamando a Fomento que les lleve el AVE.
De la mentalidad del ingeniero a la del economista
Ante un auditorio repleto de ingenieros –comenzando por el presidente del Cercle, Pere Macias–, Germà Bel utilizó un símil provocador para explicar cómo la crisis ha forzado a dar un giro de 180 grados en las políticas presupuestarias. “En los últimos años –señaló Bel– las inversiones se encaraban con la mentalidad del ingeniero, para quien lo importante es hacer que las cosas funcionen y resolver problemas, pero ahora hemos pasado a la del economista, que antes de hacer una obra se pregunta cuánto cuesta y si será rentable”. Ninguna de las dos mentalidades es la mejor, ya que “un ingeniero posiblemente lo haga todo y un economista posiblemente nada”, por lo que su consejo a los políticos es que incorporen ambas figuras a sus equipos. Sí que está claro, añadió, que “ya no vale hacer cosas que luego se tienen que subvencionar para que funcionen” y puso como ejemplo de esto, además del AVE, la inversión en energías renovables, donde costes y precios están muy alejados.
Invitado y anfitrión discrepan sobre el impacto del aeropuerto de Lleida
No sólo el AVE es una inversión que poco o nada aporta a la economía leridana, o que en todo caso genera mucha menos riqueza de lo que otras inversiones menores podrían haber hecho. También el aeropuerto de Lleida-Alguaire, el primero de la Generalitat y cuya inauguración está prevista para dentro de pocas semanas, saldrá muy caro y tendrá un impacto mínimo sobre la economía local, debido a que –en parte a causa del AVE–, tendrá muy poco uso.
Este es el diagnóstico de Germà Bel, que con el mismo argumento rechazó el aeropuerto que el Plan Nacional de Infraestructuras prevé para las Terres de l’Ebre, de donde es él. “El coste anual de un solo controlador aéreo (y se necesitarán dos) será mayor que todo lo que se ingrese por tasas”, comentó. Su anfitrión del viernes, el presidente de la Cambra de Comerç de Lleida, Joan Simó, no pudo estar más en desacuerdo. “Éramos la única provincia sin aeropuerto, hacía muchos años que lo pedíamos”, afirmó Simó, para quien el análisis sobre la utilidad de estas obras se tiene que hacer fijándose más en el largo plazo.
Germà Bel niega que el AVE contribuya a la productividad
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