El concepto más citado en los últimos meses en los foros del sector del transporte y logística es el de transformación digital .En estos encuentros suelen repetirse afirmaciones del tipo las empresas que no se transformen están condenadas a desaparecer, ideas que quizá puedan parecer exageradas para muchos, pero que no por ello son menos ciertas. Así, la irrupción de nuevos actores con conceptos y modelos de negocio diferentes e innovadores ha supuesto una auténtica revolución en varios sectores. Tal es el caso de Amazon (logística y B2C), Airbnb (alquiler turístico), Car2go (alquiler de coches), Uber y Cabify (en conflicto permanente con los taxis), y un largo etcétera.
Hay un dicho popular que señala que cuando las barbas de tu vecino veas afeitar pon las tuyas a remojar. O, lo que es lo mismo, tenemos dos opciones: seguir igual o innovar y cambiar. Debemos reconocer que nuestro sector tiene un nivel de automatización bajo, sobre todo en el ámbito del transporte. Este hecho le sitúa, por tanto, en una situación de riesgo empresarial alto, sobre todo frente a los nuevos actores que vienen de fuera y que han nacido siendo ya digitales (por ejemplo, la ya citada de Amazon en logística).
En este contexto y ante la imperiosa necesidad de la digitalización del sector del transporte y la logística, nos encontramos ante uno de los grandes paradigmas tecnológicos actuales: el blockchain. Y, seguramente, en poco tiempo veremos también iniciativas que apliquen otros conceptos como la inteligencia artificial, RPA (robots software) e IoT (internet de las cosas) para multiplicar la potencia de blockchain.
“Se trata de un concepto disruptivo basado en tecnologías que no son, ni mucho menos, nuevas: bases de datos distribuidas, encriptación de datos, redes entre iguales (peer to peer), nodos distribuidos…”
Es importante partir de la evidencia de que blockchain no es una tecnología, es un modelo. Es decir, se trata de un concepto disruptivo basado en tecnologías que no son, ni mucho menos, nuevas: bases de datos distribuidas, encriptación de datos, redes entre iguales (peer to peer), nodos distribuidos… La gran novedad del blockchain radica en cómo se enlaza la información en una cadena de bloques en la que cada uno se engarza al anterior y nunca se va a poder separar. Esta capacidad convierte a un sistema basado en blockchain en inalterable, muy difícilmente hackeable, independiente, fiable y confiable. Uno de los campos en los que blockchain tiene una aplicación inmediata es en el de la automatización de procesos de negocio (de cualquier tipo).
Es decir, blockchain permite automatizar los workflow, y esta es la principal razón por la que está perfectamente indicado para simplificar las labores de seguimiento, control, trazabilidad, etc. Por este motivo, su aplicación permite mejorar los procesos de transporte y logística al presentarse como el motor del gran cambio disruptivo que requieren los modelos de negocio de este sector.
“Pensemos en un hipotético caso de un envío de mercancía desde Asia a cualquier pueblo de España, en el que el comprador puede saber exactamente y con toda seguridad dónde se encuentra su envío y quién lo tiene en cada preciso momento”
Algunas de las mejoras que introduce la utilización del blockchain son la posibilidad de eliminar el papel, la reducción de los tiempos de tramitación administrativa en un 90% (con el consiguiente ahorro en costes), la garantía de trazabilidad de las mercancías, la inmediatez en el acceso a la información de toda la cadena de suministro de un producto o envío, la seguridad de que la información no ha sido alterada… y, sobre todo y muy importante: garantiza la confianza y seguridad en aquellos procesos en los que intervienen muchos actores. Por ejemplo, pensemos en un hipotético caso de un envío de mercancía desde Asia a cualquier pueblo de España, en el que el comprador puede saber exactamente y con toda seguridad dónde se encuentra su envío y quién lo tiene en cada preciso momento.
EL NUEVO PARADIGMA
Una de las barreras para el despliegue masivo del blockchain es la falta de agilidad de las administraciones públicas en reaccionar para adaptarse a este nuevo paradigma. Esta evidencia se puede observar tanto en la adaptación de normativas (muchas de ellas predigitales), como en las operativas humanas basadas en automatización. Sobre todo, en aquellas más repetitivas y de poco valor añadido, como los trabajos realizados por personas en aduanas o inspección a transportistas que, además, todavía están obligados a llevar la información en papel.
Por parte de las empresas, internamente pueden encontrase con problemas comunes a la hora de acometer cambios tan radicales como los que se avecinan. Factores como la cultura organizacional, la resistencia al cambio o el pánico a lo nuevo que se puede dar en ocasiones. Del mismo modo, argumentos y justificaciones tales como que nos enfrentamos a una tecnología inmadura y poco regulada, pueden ser excusas que les conduzcan a un inmovilismo que, a la larga, puede ser muy perjudicial.
Sin lugar a dudas, la colaboración entre los ecosistemas empresariales, las personas y los colectivos, resulta fundamental para no perder el tren del cambio. Ya no competimos, colaboramos. Ya no hay tiempo para discusiones bizantinas respecto a cuál es la mejor plataforma o tecnología. La carrera ya empezó y lo importante es estar en ella, moverse y avanzar hacia el futuro. Recordemos un refrán, muy adecuado en este caso: “Camarón que se duerme, la corriente se lo lleva”.
Juan Manuel Martínez
Director general de Eurogestión
Fuente: www.elvigia.com