En España, hace unos meses, se descubrió el caso de los trenes del Norte, unidades ancho métrico destinados a Asturias y Cantabria que, por un error de diseño no cabían por los túneles en los que debían transitar. El fiasco de esta contratación se llevó por delante al presidente de Renfe, Isaías Táboas, y a la secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Isabel Pardo de Vera, quienes dimitieron de sus cargos.
Además, Adif cesó al titular de su jefatura de Inspección y Tecnología de vía mientras Renfe cesó al que entonces era gerente de Área de Gestión de Material de Renfe Viajeros y en la actualidad ostentaba el cargo de responsable de Gestión de Material en la Dirección Técnica y de Operaciones. La rocambolesca situación provocó también una reunión de los presidentes autonómicos de Euskadi, Cantabria, Asturias y Galicia.
El rompehielos australiano
Ahora se conoce que en nuestras Antípodas suceden cosas parecidas. Según varios medios de comunicación australianos, el flamante rompehielos de investigación “RSV Nuyina” no cabe por debajo del puente Tasman de Hobart, una ruta necesaria para llegar a su base de repostaje, en Selfs Point.
El barco, que comenzó a construirse en los astilleros de Damen en Polonia, se entregó en el 2021 y recibió las autorizaciones para operar el pasado año. Su coste ascendió a unos 340 millones de dólares y sustituye al “Aurora Australis”, retirado del servicio en el 2020.
El buque tiene 160 metros de eslora y 35,1 metros de manga, y es ahí donde radica su defecto: en los planes de construcción, la manga de diseño era de 25,6 metros para dar cabida hasta 117 expedicionarios y dispone a bordo de hasta 20 laboratorios. También supone una pieza imprescindible para la logística y abastecimiento de las bases de investigación australianas en la Antártida.
Sus elevadas dimensiones, al parecer, no le permiten realizar el giro de aproximación al puente Tasman con el suficiente margen de seguridad, lo que podría provocar choques con los pilares de la infraestructura, que ya sufrió un accidente con víctimas en 1975. Además de la muy limitada holgura entre pilares, que desaconsejan la maniobra, también se teme que la exposición a los fuertes vientos, habituales en la zona, pudieran complicar más la maniobra.
Por todo ello, el capitán del puerto de Tasmania, Mick Wall, señala que una evaluación del buque encontró que el “RSV Nuyina” no cumple con los criterios mínimos de seguridad para transitar bajo el puente. Wall señala que el casco del buque, diseñado para operaciones de hielo, no tiene el mismo nivel de estabilidad de otros cascos estándar cuando se realizan giros dinámicos en condiciones de viento en aguas confinadas.
De momento, la situación se solventa con que el abastecimiento del buque se realizará en el puerto de Burnie, en la costa noroeste de Tasmania, situado a más de 325 kilómetros de distancia. Evidentemente, esto traerá sobrecostes logísticos y también medioambientales. Los especialistas estudian ahora como solventar este problema de dimensiones, como la construcción de una estación de abastecimiento anterior al puerto de Hobart.
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